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SÍNTESIS HISTÓRICA DEL SIGLO XVI EN GRANADA

(Reyes, obispos, jesuitas y moriscos)

 

ÍNDICE GENERAL

 

0. Introducción

1. Toma de Granada. Primeros años

2. Fray Hernando de Talavera y Cisneros

3. Los años de desgaste hasta 1526

4. Fundación de la Compañía de Jesús

5. El obispo Pedro Guerrero y la llegada de la Compañía de Jesús

6. El P. Juan de Albotodo

7. Colaboración entre el obispado y los jesuitas

      7.1. Plan cuaresmal

      7.2. Instrucción de los moriscos   

      7.3. Atención al clero y los religiosos

8. Bibliografía utilizada

 

0. INTRODUCCIÓN

 

 

   El objeto del presente trabajo es hacer una breve síntesis de un siglo totalmente intenso en la historia de Granada. Me refiero al siglo XVI, que supone en la historia de la ciudad todo un cambio a nivel local, nacional y europeo; y también a nivel mundial, con el descubrimiento de América.

 

   Este breve resumen no abarca todos los planos o facetas de la historia de la ciudad en el siglo en cuestión, sino que se centra sobre todo en la relación de fuerzas entre los poderes religiosos y políticos en la ciudad de Granada y el hecho de la llegada a la ciudad de la recién creada Compañía de Jesús, así como su colaboración en las labores pastorales que le encargan por parte del arzobispado.

 

    Sobre cualquier apartado de los que he dividido esta síntesis se podría escribir un libro, pero no es ése mi objetivo, sino que solamente he pretendido subrayar una importante relación político-religiosa de la historia del siglo XVI en Granada.

 

    Este pequeño trabajo no está realizado desde un punto de vista escrupulosamente científico ni metodológico; ni siquiera para presentarlo en ningún lugar o estamento social, y por supuesto ni busca aplausos ni citas en los grandes libros de historia. Está hecho sencillamente por gusto, por el placer de poner por escrito un trozo de apasionante de la historia de Granada, según la ve el que esto escribe.

 

    Probablemente, en algún momento, mi punto de vista no sea del todo acorde con la historia según la interpretación de la misma que tenga el lector, con lo que puedo caer en el mismo defecto que ya cayeron otros, desde las primeras crónicas sobre este tema, hasta ya bien entrado el siglo XX. José Antonio González Alcantud describe perfectamente las circunstancias aquí tratadas, en su trabajo sobre los moriscos desde el punto de vista antropológico, y, citando a otro conocedor de la materia como es D. Manuel Barrios Aguilera, afirma que “al historiador profesional compete entrar en un debate que dista de estar cerrado, aún a riesgo de parecer que incurre en el aludido ‘sentimentalismo emocional’1. Palabras y expresiones como genocidio, etnocidio, limpieza étnica o racismo de Estado, en los que tan frívolamente se han empecinado ciertos falsos progresismos, carecen del valor absoluto, están desgastadas por un uso abusivo. Para acercarse a la ‘cuestión morisca’ siquiera sea como punto de partida, es necesario crear otros espacios de análisis, otros niveles de aprehensión. Acaso no se inconveniente inventar metáforas que impliquen al conjunto social de la época con toda su diversidad de aspiraciones, gradaciones, glorias y miserias” 2.

 

    Dejando aparte estas consideraciones técnicas, he de decir que poco o muy poco he aportado yo a este trabajo, que como se verá está atravesado de citas de otros autores, por supuesto bien documentadas. Por todo ello, y partiendo de la base de que el que escribe no es un historiador, pido clemencia al lector en la esperanza de no haber puesto sobre el blanco de este papel ninguna inexactitud

que pudiera resultar imperdonable. Si por descuido o desconocimiento se hubiese “colado” alguna barbaridad, confío en no acabar quemado en ninguna hoguera.

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1. JOSÉ ANTONIO GONZÁLEZ ALCANTUD. “Los moriscos y su antropología. Reflexiones al hilo del cuarto centenario de la expulsión de los moriscos de España”. Gazeta de Antropología, n. 12, Granada 2012.

2. MANUEL BARRIOS AGUILERA. La suerte de los vencidos. Estudios y reflexiones sobre la cuestión morisca. Ed. Universidad de Granada, Granada 2011.

     

1 . TOMA DE GRANADA. LOS PRIMEROS AÑOS

 

    Si la historia de Granada está llena situaciones extraordinarias, dentro del espejo de la misma, el reflejo del siglo XVI constituye probablemente uno de los tiempos que otorgaron a esta ciudad un protagonismo histórico sobresaliente dentro de la historia de Europa y América. Parece lógico destacar de esta época el hecho de la estrecha relación entre Estado e Iglesia, que caminando juntos crearon una forma de gobierno a la cual se le puede aplicar el lema de todos conocido y utilizado por los Reyes Católicos: “Tanto monta, monta tanto”. 

“Resulta difícil a la actual mentalidad occidental comprender la compleja relación tal y como se dio en esta época, el denominado agustinismo político, la unión casi indisoluble de ‘lo religioso’ y ‘lo político’ tanto por parte del poder civil como de la jerarquía de la Iglesia” 3.  

 

    Los Reyes Católicos en persona fueron quienes consiguieron que los habitantes de la ciudad de Granada se rindieran al cerco que ellos pusieron desde la actual y cercana ciudad de Santa Fe, que fue construida entonces, para asentarse en ella y consumar desde allí los hechos venideros. Así nos lo cuenta Pedro de Medina en 1544, apenas 52 años después de sucedidos los hechos:

 

“En el mes de mayo del año del Señor de mil cuatrocientos y noventa y uno, el Rey Católico entró en la vega de Granada y taló los árboles y frutos della, y en un lugar que los moros llamaban gaston, que es un gran campo llano, apartado de Granada cuanto dos leguas, mandó el rey asentar sus reales y, habiendo su consejo, determinó de fundar allí una ciudad en que durante la guerra de Granada el ejército pudiera seguramente invernar; y trazada en forma cuadrada le puso nombre Santa Fe; y porque más brevemente se edificase, sus Altezas encomendaron y dieron cargo de la obra a las gentes de las ciudades de Sevilla, Córdoba, Jaén, Écija, Úbeda, Carmona, Xerez, Andújar, que son los pueblos principales del Andalucía; los cuales con muy buena voluntad obedecieron a su mandato y, codiciosos de acabar tan buena obra, con mucha porfía unos a otros, dándose priesa de día y de noche, dentro de pocos días la edificaron con sus muros y torres, y cavas y baluartes y puertas y otras cosas necesarias; los cuales, así por el trabajo que en ello pasaron con mucha paciencia, como por los muchos dineros que en la obra gastaron, fueron dignos de loor y gracia de sus príncipes y no menor honra y gloria merecieron los prudentes capitanes y muy fuertes caballeros que en el mismo tiempo, con gran ánimo y fortaleza y con derramamiento de su sangre, resistían y alanzaban a los moros de Granada, que muy a menudo les acometían, por estorbar la obra, y con las continuas peleas y escaramuzas disminuyeron y apocaron la caballería de Granada en tanta manera que de casi cinco mil caballeros que en Granada había, apenas quedaron trecientos, lo cual fue causa que se acabase la guerra de aquella ciudad” 4.

 

    Pero detrás de esta “necesidad” de conquistar el último reducto para la cristiandad, había un interés puramente reli-gioso, probablemente mucho más fuerte que el interés social o político:

 

“Y es que la justificación de la campaña por motivos religiosos era el argumento más comúnmente esgrimido. En este sentido resulta elocuente como documento coetáneo la instrucción de don Fernando de Aragón, de marzo de 1485, a sus embajadores en Roma solicitando del pontífice Inocencio VIII la revalidación de la

cruzada...” 5.

 

    Cuando se firmaron las Capitulaciones de la Guerra de Granada el 28 de noviembre de 1491, se reflejaron en las mismas unas intenciones que en principio pueden considerarse de un carácter humanista para el trato con respecto a los moriscos. En ellas se contemplaba el “reconocimiento de la libertad personal, la conservación de las estructuras sociales y de la organización jurídica, religiosa y cultural de los vencidos”6. Pero a pesar de esa constancia por escrito, no fue necesario que transcurriese mucho tiempo para que dejase de ser así, porque “el trato tolerante que habían recibido los mudéjares durante el Medievo cambiaría a raíz de la conquista de Granada en 1492. Al principio se mantuvo

 

 

una política de atracción suave, preconizada por el primer arzobispo fray Hernando de Talavera, pero esta actitud fue bruscamente rota por el Cardenal Cisneros”7

 

    En efecto, no habían pasado 9 años cuando ya el cardenal Cisneros

(confesor de la reina) andaba quemando libros “herejes” en Granada,

y no fueron ni uno ni dos, sino que se quemaron todos los que se encontraron en lengua árabe. Puede que fueran alrededor de tres o cuatro mil (es difícil saberlo), pero desde luego fueron demasiados, como nos recuerda Daniel Eisenberg, en un trabajo de 1992: 

“Para desarraigarles del todo de la sobredicha su perversa y mala secta, les mandó a los dichos alfaquís tomar todos sus alcoranes y todos los otros libros particulares, cuantos se pudieron haber, los cuales fueron más de 4 ó 5 mil volúmenes, entre grandes y pequeños, y hacer muy grandes fuegos y quemarlos todos; en que

había entre ellos infinitos que las encuadernaciones que tenían de plata y otras cosas moriscas, puestas en ellos, valían 8 y 10 ducados, y otros de allí abajo. Y aunque algunos hacían mancilla para los tomar y aprovecharse de los pergaminos y papel y encuadernaciones, su señoría reverendísima mandó expresamente que no se tomase ni ninguno lo hiciese. Y así se quemaron todos, sin quedar memoria, como dicho es, excepto los libros de medicina, que había muchos y se hallaron, que éstos mandó que se quedasen; de los cuales su señoría mandó traer bien 30 ó 40 volúmenes de libros, y están hoy en día puestos en la librería de su insigne colegio y universidad de Alcalá, y otros muchos añafiles y trompeticas que están en la su iglesia de San Ildefonso, puestos, en memoria, donde su señoría reverendísima está sepultado” 8.

Imagen del Cardenal Cisneros

    Estas primeras líneas dan un ejemplo de cómo la “toma de Granada” (que todavía hoy se sigue celebrando por parte de los que se consideran vencedores) trajo unas consecuencias socialmente lamentables para los moriscos granadinos, que comenzaron con ella a ser obligados a un duro peregrinar en su futura subsistencia. En una de las obras más cercanas a estas fechas, la citada anteriormente de Pedro de Medina, se muestra en detalle el hecho de que la toma de Granada suponía todo un hito para la España de la “cristiandad”, que ponía fin con ello a la Reconquista:

 

“Y levantados estos pendones, luego un obispo iba a la mezquita donde los moros se ayuntaban, según su seta mehomética, a hacer sus ritos y cerimonias y, entrando dentro el obispo, la bendecía y dedicaba a nuestra religión cristiana. Pues llegados los Católicos Reyes cerca de Granada, Don Fernando de Talavera, obispo de Ávila, que ya estaba elegido por sus letras y buena vida para arzobispo de Granada, subió a lo más alto de la Alhambra y levantó el pendón de la † para que todos lo viesen; sus Altezas y sus hijos y todo el ejército, hincadas las rodillas en tierra, la doraron y dieron muchas gracias a nuestro Señor. Después se levantaron los otros pendones, donde vistos no se puede decir el gozo de la gente y placer que se mostró” 9.

 

    Éste última cita nos muestra la unión existente, como hemos indicado antes, entre iglesia y estado, y la influencia recíproca de los dos estamentos en la vida social de la época.

 

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3 FRANCISCO JAVIER MARTÍNEZ MEDINA - MARTÍN BIERSACK. Fray Hernando de Talavera, primer arzobispo de Granada: hombre de Iglesia, Estado y Letras. Prólogo, Miguel Ángel Ladero Quesada. Universidad de Granada, Facultad de Teología, Granada 2011 (Biblioteca Teológica Granadina, 38-39).

4 PEDRO DE MEDINA. Libro de las grandezas y cosas memorables de España. Sevilla, 1544. Reedición en: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid 1944 (Clásicos Españoles, I). Edición y prólogo de Ángel González Palencia, p. 189.

5 FRANCISCO JAVIER MARTÍNEZ MEDINA – MARTIN BIERSACK, op. cit., p. 103.

 

6 ANTONIO DOMÍNGUEZ ORTIZ – BERNARD VICENT. Historia de los moriscos: vida y tragedia de una minoría. Revista de Occidente, Madrid 1978, citando a:MIGUEL ÁNGEL LADERO QUESADA. Los mudéjares de Castilla en tiempo de Isabel I. Valladolid 1969, pp. 29-53.

7 WENCESLAO SOTO ARTUÑEDO. “Jesuitas, moriscos y musulmanes: algunos datos de Granada y  Málaga”. Encuentro Islamo-cristiano, nº 422, Madrid 2007, p. 2, citando a su vez a: TARSICIO HERRERO DEL COLLADO, Talavera y Cisneros. Dos vivencias socio-religiosas en la conversión de los moros de Granada. Darek-Nyumba, Madrid 2001, colección «Pliegos de Encuentro» nº 26, 64 pp.

8 DANIEL EISENBERG, “Cisneros y la quema de libros granadinos”, en Journal of Hispanic Philology, 16, 1992; tomado de: Memorial de la vida de Fray Francisco Jiménez de Cisneros, ed. ANTONIO DE LA TORRE Y DEL CERRO, Centro de Estudios Históricos, Madrid 1913, p. 35.

9 PEDRO DE MEDINA, op. cit., p. 191.

 

 

 

2. FRAY HERNANDO DE TALAVERA Y CISNEROS

 

 

 

    Dentro de los tiempos convulsos que se vivían en Granada, hay que destacar un personaje fundamental para el “buen” funcionamiento de las actividades de la Iglesia con respecto a la cristianización de moriscos, que se presentaba como tarea primordial en la ciudad recientemente conquistada. Hablo del primer obispo de Granada, fray Hernando de Talavera, que desde 1493, en que se recibió la bula que le nombraba arzobispo de Granada, anduvo tratando con consideración y respeto a los moriscos.

 

    Por otra parte, “allí procedió a aplicar a la población musulmana una política de conversión muy suave, evitando amenazas y coacciones. De hecho, impidió que la Inquisición se estableciera en Granada. Aprendió árabe y se ganó la consideración de los musulmanes, que le apodaron alfaquí santo.

 

    Su interés en predicar a los musulmanes en su propia lengua produjo el primer diccionario español-arábigo, el Vocabulista arábigo en letra castellana de fray Pedro de Alcalá, editado en Granada en 1505” 10.

 

    No quedó aquí su buen hacer, sino que: “Se opuso a la creación de la Santa Inquisición, por lo que fue a predicar a Sevilla con la idea de evitar medidas más duras contra una población que había sido convertida al cristianismo pero conocía poco y mal dicha religión. Tras la llegada de los inquisidores, incluso llegó a denunciar los abusos de éstos” 11.

 

    Por lo reflejado anteriormente, puede parecer “paz y alegría” lo que se detalla en cuanto al comportamiento del Arzobispo Talavera, pero no todo era así, como podemos ver en algunos párrafos de la obra más reciente sobre el mismo, publicada en 2011 (y mencionada en las notas 1 y 3 de este trabajo). La cuestión no fue solamente la de tolerar y orientar la cuestión morisca, sino que además se le puede añadir toda una planificación estratégica depositada en su actuación. Para ello, “en último término es el papa el que confiere, a petición de los monarcas, las dos potestades siguiendo así la teoría de las dos espadas. Y al prelado así investido se le encomienda tanto el gobierno espiritual y temporal, convirtiéndose por su orden sagrado en el principal instrumento de la corona; en concreto, a Fray Hernando se le encomienda organizar el nuevo reino e incorporar a sus antiguos habitantes de cultura y religión musulmana a la cultura y religión castellana.  "…Durante los primeros años mientras se cumplieron las capitulaciones el arzobispo fue el último responsable del gobierno de la ciudad tanto en lo espiritual como en lo temporal” 12

 

    En 1507 muere Fray Hernando, dos años después que su protectora la Reina Isabel, momento en que el inquisidor de Córdoba manda apresar a sus familiares y amigos y prepara su proceso por herejía y apostasía de la fe, debido a su actitud contraria a la Inquisición.

 

    Un poco antes tuvo alguna discrepancia con el cardenal Cisneros, que abogaba por emplearse con más severidad en estas cuestiones:

 

El Cardenal Cisneros, llegado a Granada en 1499, considerando que la tarea y los medios utilizados por el arzobispo eran insuficientes, emprendió una serie de conversiones masivas más o menos forzadas, lo cual además de otros actos como la quema de las bibliotecas árabes, hizo que los moros consideraran que se violaban las Capitulaciones" 13.

 

    También D. Antonio Domínguez Ortiz (coincidiendo con Mercedes García Arenal) nos recuerda estos desacuerdos entre el Arzobispo de Granada y el cardenal Cisneros, diciendo que “lo cierto es que sus métodos expeditivos [del Cardenal Cisneros] contrastaban con la obra de paciencia y lenta persuasión de la que se había hecho representante el primer arzobispo de Granada, Fray Hernando de Talavera” 14.

 

    Una última constancia del cambio que supuso la actuación del cardenal Cisneros, en la que se aprecia que si bien la unidad político-territorial se había conseguido, no se había avanzado en cuanto a la realización de la unidad religiosa, es la siguiente:

“Los métodos de conversión empleados por Talavera parecían demasiado lentos, tanto más cuanto los nuevos hombres del consejo real y las nuevas tendencias eran de signo radicalmente distinto a los anteriores. Se imponía la línea dura, que por otra parte cuadraba plenamente con el nuevo hombre fuerte de la nueva situación religiosa, el Cardenal Cisneros, sustituto de Talavera y vinculado además a un funesto personaje, el inquisidor general Fray Diego de Deza, dominico, converso como fray Hernando, si bien representaba la antítesis por su afán de poder y beneficios para él y para toda su familia” 15.

 

10 MARTÍN DE LA HOZ, JOSÉ CARLOS. El Islam y España. Rialp, Madrid 2010, p. 111.

11 Véase En Wikipedia

12 FRANCISCO JAVIER MARTÍNEZ MEDINA – MARTIN BIERSACK, op. cit., p. 47.

13 MERCEDES GARCÍA ARENAL. Los moriscos. Editora Nacional, Madrid 1975,p. 29.

14 ANTONIO DOMÍNGUEZ ORTIZ – BERNARD VINCENT, op. cit., p. 19.

15 FRANCISCO JAVIER MARTÍNEZ MEDINA – MARTIN BIERSACK, op. cit., p. 82.

  

3. LOS AÑOS DE DEGASTE HASTA 1526

 

 

    Si en los años transcurridos desde la toma de Granada en 1492 hasta la muerte de fray Hernando de Talavera en 1507 se crearon las bases documentales para la expulsión de los moriscos, la aplicación de las mismas se fue endureciendo lenta pero inexorablemente y cada vez se hicieron más políticas de desgaste.

 

    La población morisca “legalmente siguió gozando de todos los derechos y se puede hablar de coexistencia de las dos comunidades, pero en la vida corriente la presión de los vencedores se hizo cada vez más fuerte, hasta poner en tela de juicio la existencia misma del grupo minoritario” 16.

 

    Entre las cosas que se le fueron prohibiendo poco a poco, está el portar armas, el derecho a comprar tierra, y otras limitaciones que desembocaron en la rebelión de los habitantes del Albaicín, aunque la revuelta fue sofocada rápidamente.

 

    Estos “movimientos de queja”, que surgieron en Granada capital, pronto se extendieron a La Alpujarra y, aunque los cristianos recuperaron algunas plazas, como Lanjarón y Laujar de Andarax, quedaron muchas de ellas en donde la población seguía un tanto enfurecida.

 

 

    La creencia entre los moriscos de que por el hecho de bautizarse se les dejaría en paz fue totalmente equivocada. Así, se promulgó un conjunto de cédulas reales que les fueron estrechando el cerco cada vez más: “Entre 1511 y 1526 se acumulan una serie de textos que, tomados aisladamente (y esto es lo que explica la poca atención que se les ha prestado), no parecen de gran alcance, pero agrupados traducen los rasgos básicos de una política que va afirmándose, aunque no siempre conozcamos a sus agentes” 17.

 

    El apogeo de esta opresión creciente sobre la población morisca se culmina en 1526, cuando atendiendo a lo acordado en varias cédulas anteriores, “una junta convocada en Granada por iniciativa regia publicó sus conclusiones el 7 de diciembre” 18.

    A partir de ahora se les prohíbe, entre otras cosas, “el empleo del árabe escrito u oral, el porte de vestidos, tales como amalafa, el de amuletos, alhajas o cualquier otro símbolo de pertenencia al Islam, la circuncisión, la propiedad de esclavos y armas, la manera ritual de matar los animales de consumo, los movimientos de población...” 19.

 

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16 ANTONIO DOMÍNGUEZ ORTIZ – BERNARD VINCENT, op. cit., p. 18.

17 ANTONIO DOMÍNGUEZ ORTIZ – BERNARD VINCENT, op. cit., p. 21.

18 Ibid., citando a: GALLEGO BURÍN, A. – GÁMIR SANDOVAL, A. Los moriscos del reino de Granada según el sínodo de Guadix de 1554. Granada 1968.

19 ANTONIO DOMÍNGUEZ ORTIZ – BERNARD VINCENT, op. cit., p. 22.

 

 

            4. LA FUNDACIÓN DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

 

    Corría el año 1529 (tres años después de lo escrito anteriormente), cuando Yñigo de Loyola (después llamado Ignacio) había tomado la decisión de “servir a las almas”. Para formarse académicamente, marcha al Colegio de Santa Bárbara, de la Universidad de París. Allí conoce a Pedro Fabro y Francisco de Javier, a los que interesa en su causa y con los que comparte alguna experiencia espiritual basada ya en el método ascético-contemplativo desarrollado por él mismo: los Ejercicios Espirituales.

    En 1533 llegan a París Diego Laínez, Alfonso Salmerón, Nicolás de Bobadilla y Simão Rodrigues, que se unen al grupo de Ignacio, y el 15 de agosto de 1534, fiesta de la Asunción de la Virgen, marchan juntos hacia la cripta de la capilla del Martyrium, en la colina de Montmartre, donde pronuncian los votos de pobreza, castidad y un tercero que consiste en marchar en peregrinación a Jerusalén.

 

    Después de los votos se unen al grupo otros tres miembros “reclutados” por Fabro: Claudio Jayo, Juan Coduri y Pacasio Broët. El grupo (ya de diez personas) se encuentra en Venecia, que se halla en guerra con el Imperio Otomano, y no puede seguir su viaje a Palestina, por lo que decide marchar hacia Roma. En Roma, tras mucha deliberación, los diez compañeros deciden fundar la Compañía de Jesús, aprobada el 17 de septiembre de 1540 por el Papa Paulo III, quien les reconoce como nueva orden religiosa y firma la bula de confirmación Regimini militantis ecclesiae.

 

    Entre tanto se celebra también el Concilio de Trento (1545 y 1563), nacido sobre todo para comenzar lo que acabó llamándose la contrarreforma, y del que manaron otras cuestiones como la creación de seminarios, para la mejor formación del clero. Como hemos visto antes, la Compañía de Jesús se había adelantado a este concilio en cuanto a la importancia de la formación de sus miembros, pero sin olvidar asimismo que debían obediencia al Papa, que también en este concilio había sido declarado “Pastor Universal de la Iglesia”. Ellos asumen esta obediencia en su Fórmula del Instituto, en la que se dice:

“Militar para Dios bajo la bandera de la cruz y servir sólo al Señor y a la Iglesia, su Esposa, bajo el Romano Pontífice, Vicario de Cristo en la tierra” 20.

 

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20 Este Capítulo 4 ha sido resumido de Wikipedia en las entradas dedicadas a la Compañía de Jesús y al Concilio de Trento, respectivamente.

 

 

5. EL OBISPO PEDRO GUERRERO Y LA LLEGADA

A GRANADA DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

 

    Entre la muerte de Fray Hernando de Talavera en 1507 y  la llegada a Granada de Pedro Guerrero en 1546 21, habían pasado por la ciudad otros seis obispos, pero aún la Compañía de Jesús no se había establecido en la ciudad, cosa que hizo en 1554. Fue don Pedro Guerrero quien, durante su estancia en Granada, solicitó la colaboración de la misma Compañía en las tareas de evangelización de los moriscos: “No escatima esfuerzo alguno que pueda redundar en bien de los moriscos. Sueña con establecer un centro misionero en el corazón del Albayzín, brindando a los jesuitas una casa en aquel barrio y corriendo a sus expensas el sustento de aquellos que considera sus mejores colaboradores. Les ofrece tener capilla para poder administrar los sacramentos” 22.

 

    Como queda dicho antes, los jesuitas acababan de asentarse en Granada (1554), según nos narran detalladamente los padres (también jesuitas) Joaquín de Bethencourt y Estanislao Olivares d'Angelo en su edición de la Historia del Colegio de San Pablo: Granada 1554-1765, obra publicada en la Facultad de Teología de Granada en 1991 y en la que se hace un detallado     estudio del manuscrito Jesuitas, Libro 773, del Archivo Histórico Nacional en Madrid: 

 

“Hauiendo venido a esta Ciudad el año de 1554 por cobrar salud en su natural el P. Diego de Sta. Cruz, estando en casa de un sacerdote Hermano suyo, que llamava Christóval Sánchez, trataron los dos qué medio se tomaría para traer aquí la Compañía, y ofreciendo para este fin unas casas suyas, fue a Córdoba el dicho Christoval Sánchez a tratarlo con el P. dotor Torres, primer Provincial de Andalucía: él aceptó las casas, y embió luego al P. Pedro Navarro solo, el qual iva a decir misa, y confesaua algunas personas en san Gil, Iglesia Parrochial de esta ciudad. Hasta que con la buena acogida de el Arçobispo D. Pedro Guerrero dándose más a conocer la Compañía y ofreciendo otras lymosnas, vinieron otro Padre y dos Hermanos a ayudar al Padre Nauarro, y acomodaron una capilla en su nueua casa, donde se dixo la primera misa a ocho de setiembre de el mismo año de 1554” 23.

 

    Igualmente, el P. Francisco B. Medina nos lo sintetiza en breves palabras, pero indicando claramente “un centro de atracción de vocaciones moriscas”: 

 

“Otro campo fue Granada. Ignacio de Loyola vio en el colegio de la Compañía de Jesús, fundado en 1554, un centro de atracción de vocaciones moriscas, no sólo para el apostolado en el reino de Granada, sino también para la misión que proyectaba en el Norte de África” 24.

 

                 Figura que aparece en la fachada de la Parroquia de los Santos Justo y Pastor,

                          situada junto al Colegio de San Pablo (hoy Facultad de Derecho

                                               de la Universidad de Granada)

 

    Con todo detalle se nos relata que las primeras casas se instalaron a espaldas del Monasterio de la Encarnación, junto a la que es hoy Iglesia de Santos Justo y Pastor y al otro lado de la Calle de San Jerónimo, pero que parece ser que los edificios estuvieron unidos en aquel momento, como nos dice este texto:

 

“Este convento no tuvo capilla propia, habilitando para tal fin a la vecina Parroquia de San Justo y Pastor, levantada sobre la antigua mezquita. Esta unión duraría hasta 1799, en que la parroquia se traslada a la vecina capilla de la Compañía de Jesús, siendo usada sólo por las religiosas hasta su derribo en 1835... Su origen es un conglomerado de casas antiguas, algunas de principios del XVI, con capiteles nazaríes, zapatas, alfarjes, reducidos patinillos y galerías de madera, que hacia 1560-80 fueron regularizadas con un amplio patio con dobles galerías de arcos de medio punto sobre esbeltas columnas toscanas y escalera cubierta por rico artesonado... En su jardín trasero, en unas recientes excavaciones, se han encontrado vestigios de la antigua muralla que pasaba por esta zona” 25

 

    Y la fuente más rigurosa de la situación de esas primeras viviendas, de las que el Sr. Arzobispo pagaba los alquileres con limosnas, la encontramos en la obra de Juan Sevilla:

 

“Se tomaron dos casas, que están a las espaldas del Monasterio de la Encarnación, las cuales se pagaba los alquileres de ellas de limosna que para ello daba el Sr. Arzobispo; pasados dos años que la Compañía vivió en las casas que están a las espaldas de la Encarnación, pareció convenir se buscase casa mayor...”. “Se comenzaron a comprar algunas casillas que en la calle de San Hiéronimo había, donde se comenzó el nuevo edificio... También se pidió al Cabildo de la Ciudad nos hiciese merced de un pedazo grande de muralla y barbacana y una torre muy grande que atravesaba por medio nuestro sitio..., y con esto y otro trozo de solar que era lo que agora llamamos primera huerta...” 26.

 

    Además de la preocupación por evangelizar a los moriscos, la Compañía de Jesús entiende que lo mejor es aprender árabe para poder hacer una mejor labor 27.

 

    Vista la necesidad de emplearse a fondo tanto D. Pedro Guerrero como la Compañía de Jesús, aunque es verdad que ésta tenía sus dudas probablemente sobre el modo y forma 28, el Arzobispo facilita una casa en el Albaicín para que se instalen algunos jesuitas, previa petición del Arzobispo al P. General Diego Laínez en 1558 29. Como se puede apreciar, solamente habían pasado cuatro años desde que los jesuitas llegasen a Granada, cuando ya D. Pedro Guerrero contaba con ellos.

 

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21 JUAN LÓPEZ MARTÍN. “Don Pedro Guerrero, obispo de la Contrarreforma”. Archivo Teológico Granadino (ATG), vol. 31, 1968, p. 199: “Este es el hombre que, para el tan problemático arzobispado del recientemente conquistado reino de Granada, propondrá el emperador Carlos V el año 1546 al papa Paulo III, fiado sin duda en sus cualidades intelectuales, dotes de mando y fama de santidad”.

22 Ibid., p. 212.

23 Historia del Colegio San Pablo: Granada 1554-1765. Archivo Histórico Nacional en Madrid. Ms. Jesuitas, Libro 773. Transcripción de Joaquín de Bethencourt S.I.; revisión y notas de Estanislao Olivares S.I. Facultad de Teología, Granada 1991 (Biblioteca Teológica Granadina, 25), pp. 27-28.

24 MEDINA, F. B. “Morisco, apostolado”, en: O’NEILL – DOMÍNGUEZDiccionario histórico de la Compañía de Jesús: biográfico temático. Istitutum Historicum Societatis Iesu, Roma 2001. Vol. III, p. 2747.

25 Tomado de “Convento de la Encarnación” en:

 

26 JUAN SEVILLA. Historia del Colegio de Granada, AHTol, cap. 6-12. fol. 6r, 13r y 14.

27 Cf. SOTO ARTUÑEDO, WENCESLAO, op. cit., p. 5, donde dice: “Por la gran población morisca existente, se pensó, desde el principio, en aprender el árabe para introducirse entre ellos”.

28 Cf. ibid., p. 6. El P. General aprobó la idea en 1559, a modo de prueba, a pesar de las dificultades que veía en ello el Provincial Bustamante: bautismo forzado y experiencia negativa de los moriscos por la desconfianzas mostrada hasta entonces por los clérigos, que buscaban preferentemente su interés económico”.

29 Cf. SOTO ARTUÑEDO, WENCESLAO, op. cit., pp. 5-6, donde dice: “La predicación de Albotodo hizo pensar en una casa estable entre los moriscos, petición que el arzobispo D. Pedro Guerrero hizo llegar el P. General Diego Laínez en 1558. Los mismos moriscos solicitaron al arzobispo que los jesuitas vivieran entre ellos y fuesen sus predicadores”. 

 

6. EL PADRE JUAN DE ALBOTODO

 

    Entre los primeros jesuitas que se instalan en Granada,  revisando los libros de historia, nos encontramos con apellidos que marcan el inicio de la Compañía (entre ellos Basilio, Plaza, Ruiz, Navarro, de la Torre, Juan de Cañas, y algunos más), pero en los distintos libros consultados nos tropezamos siempre con la figura del P. Albotodo, uno de los pioneros en iniciar una pastoral concreta de cristianización entre los moriscos granadinos del Albaicín.

 

“Sin duda alguna el personaje más célebre e importante que en esta época se incorpora en Granada a la Compañía de Jesús es el padre Juan Albotodo, de origen nazarí, del que nos ocuparemos extensamente por su gran apostolado con sus hermanos de raza. Había nacido en Granada por los años 1527 y era hijo de un pobre morisco que ganaba penosamente la vida con el oficio de herrero” 30.

 

    Ingresa en la Compañía en 1557, y previamente se había formado en el Colegio San Miguel 31 y Santa Catalina, en donde había sido becario, atraído por la predicación del célebre Padre Basilio: “Como en otros casos, su entrada es una expresión más de la generosidad y alteza de miras del arzobispo... [que] lo había protegido con largueza hasta verlo ordenado sacerdote el mismo año en que decide su ingreso en la Compañía” 32.

    Bien podría pensarse que al P. Albotodo le cogió en “tierra de nadie”, pues sus orígenes moriscos hacían que sus paisanos (habitantes del Albaicín) recelasen de su labor y, por el mismo motivo de sus orígenes, parece ser que dentro de la Compañía de Jesús también existía algún recelo en sentido contrario. Pero por si había alguna duda de la valía de este hombre, el P. Astrain nos saca de dudas cuando escribe: “El arzobispo D. Pedro Guerrero se servía del P. Albotodo para todas las obras buenas que deseaba hacer en provecho de los moriscos; la Inquisición acudía á él para la reducción de los apóstatas y renegados que tenía en sus cárceles, y la Cancillería le encomendaba el asistir á los condenados á muerte. No se limitaba el celo de este insigne operario á los moriscos y á la gente pobre. También se acercaban á el personas nobles y poderosas, y gustaban de tomarle por Padre espiritual, pues á todos cautivaba la suavidad de costumbres, la suficiencia de letras, los buenos modales, y, principalmente, la grave santidad que resplandecía en el P. Albotodo” 33.

    Son muchos los que hacen mención de él, pero probablemente sea mejor acudir a los primeros libros que lo nombran, entre ellos la Historia del Colegio de San Pablo (citada en la nota 17), donde se afirma lo siguiente con respecto al P. Albotodo y la fundación de la casa del Albaicín:

 

“... y para acudir también a la enseñança y remedio de los moriscos naturales, gente bien necesitada de Doctrina, se alquiló una casa en el Albaiçín, dando lo necesario para el sustento el Arçobispo. Y se pasaron a ella nueue de la Compañía, teniendo por superior al P. Ambrosio de Castilla. Predicaba a los moriscos el P. Albotodo en su lengua arábiga los domingos y fiestas, y pusieron escuelas para enseñar a leer y escreuir a sus hijos por enseñarles juntamente los mysterios de la fe y buenas costumbres” 34.

 

    Aunque ahora hablamos del P. Albotodo, es necesario dedicar unas líneas a la Casa del Albaicín, que algunos sitúan junto a la iglesia de San Bartolomé y que hoy se cree que es la conocida como “Casa Morisca” que hay en la calle actualmente llamada Pagés, muy próxima a la Iglesia del Salvador. Independientemente de donde se encontrase o de donde aún se encuentre, empero, lo importante es el trabajo que en ella se realizaba.

    La primera comunidad jesuítica se instaló en la casa del Albaicín el día 5 de julio de 1559, probablemente comenzando con nueve miembros, aunque la comunidad varió en número de integrantes de seis (como mínimo) a doce (como máximo). El artículo citado de Wenceslao Soto (historiador y jesuita) nos lo explica en detalle: 

 

“Este primer grupo estaba compuesto por el superior, Sancho de Castilla, el P. Albotodo (predicador en árabe), el P. Francisco de la Torre (maestro de escritura), Juan García (maestro de lectura, confesor y predicador en castellano) y Diego de Yébenes (encargado de la casa), más cuatro novicios y un donado, Pedro Delgado (corrector, encargado de la disciplina de los alumnos). Después se fueron añadiendo otros. El número de jesuitas fue variable desde el máximo de doce en 1561 hasta el mínimo de seis en 1566. Ordinariamente había dos sacerdotes y seis o siete hermanos” 35.

 

    Después del inciso sobre la Casa del Albaicín, cabe decir del P. Albotodo que reunía dos características fundamentales para ser eje principal en la educación y pedagogía entre los moriscos del Albaicín: su dominio del idioma, por su conocimiento de las costumbres de la población al ser natural del mismo barrio, y su sobresaliente humildad.

    He aquí un par de citas de textos antiguos que nos corroboran lo dicho:

“...el exemplo de los nuestros y otros ministros del evangelio que acudieron a su enseñanza, y especial el P. Maestro Juan de Alvotodo, que aviendo nacido de ellos, como flor entre espinas, les predicava eficacíssimamente en Arábigo, y les movía aún con más eficacia con el exemplo de su rara virtudo y humildad”36. 

 

  “De más vajos principios levantó Dios para compañero deste Padre y de los que sirvieron a el Señor e ilustraron la Compañía al P. Maestro Juan de Alvotodo, en la casta y descendencia igual a los moriscos, y aun entre ellos de vajo linaje, pero en la virtud y fe aventajado ministro de Jesucristo, que usado es de su Magestad ostentar su poder con instrumentos viles y humildes” 37.

 

    Igualmente, encontramos que el P. Albotodo tuvo ocasión de trabajar en otros lugares por encargo del Sr. Arzobispo, como fueron las Alpujarras, y en algunos pueblos de la vega de Granada, incluida la población de Loja, un poco más distante de Granada. Es de destacar la confianza que D. Pedro Guerrero tenía en los jesuitas:

 

“Y este plan cuaresmal no quedaba limitado solo a la ciudad, sino que transcendía a la diócesis. Se sabe que algunos predicadores, por indicación o mandato de don Pedro, salían durante la cuaresma a las Alpujarras o pueblos de la vega granadina con esta misión” 38.

 

    Podemos constatar en otra cita el reconocimiento del P. Albotodo, que murió en Sevilla el 14 de mayo de 1578, con 50 años de edad y 20 de jesuita:

 

“... el venerable P. Maestro Juan de Albotodo, a quien sacó Dios como rosa entre espinas, hijo de Padres moriscos, para que fuese apóstol de su nación. Avíale su virtud hecho lugar en el colegio de Santa Catalina 39; de aquí le llamó Dios a la Compañía con tan gran fuerza que se vencieron dificultades que parecían insuperables. Dispensó el General para su entrada, mobido con

instancias y cartas del santo Arçobispo D. Pedro Guerrero” 40.

 

    Y, por último, cito (de la misma Historia del Colegio de San Pablo) los elogios que se vierten sobre él, venerándole casi como un santo:

 

“En la religión hizo vida de apóstol, y tantas diligencias en convertir los de su Nación quantas ellos por quitarle la vida. Mas conservole Dios con singular providencia para que él la diese a muchos que socorrió en sus aprietos, que sacó de sus errores, que reformó en sus costumbres; en Granada, Córdova y Sevilla hizo maravillas su caridad, obras que se celebravan como milagros. Mayor que todas fue su profundíssima humildad, tratándose de palabra y obra entre los nuestros y los seglares como un vil morisquillo; y entonzes las mayores grandezas del siglo le veneravan como a sancto y fiavan sus conciencias los más nobles, en Granada, en Sevilla, jueces, governadores y señores de título. Llorole la ciudad como a común Padre de todos” 41.

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30 JUAN LÓPEZ MARTÍN. “El arzobispo de Granada D. Pedro Guerrero y la Compañía de Jesús”. Anthologia Annua, Vols. 24-25, Instituto Español de Historia Eclesiástica, Roma 1977-1978, p. 460. 

31 ANTONIO ASTRAIN. Historia de la Compañía de Jesús en la Asistencia de España. Tomo II – Laínez-Borja, 1556-1572. Est. Tipográfico “Sucesores de Rivadeneyra”, Madrid 1905, p. 281. Allí dice: “Entendió el Arzobispo el plan de nuestros Padres, y le pareció admirable para conseguir la tan deseada conversión de los moriscos... Fundose este seminario cerca de la catedral, y se le dio la advocación de San Miguel. Deseó mucho el buen Arzobispo que la Compañía se encargase de este seminario, sin dejar por eso la casa del Albaicín”.

32 JUAN LÓPEZ MARÍN (1977-1978), op. cit., p. 460.

33 ANTONIO ASTRAIN, op. cit., p. 476.

34 Historia del Colegio San Pablo, op. cit., p. 31.

35 WENCESLAO SOTO ARTUÑEDO, op. cit., p. 6.

36 Historia del Colegio de San Pablo, op. cit., p. 176.

37 Ibid., p. 186.

38 JUAN LÓPEZ MARTÍN (1968), op. cit., p. 209.

39 Reproduzco la misma nota que está en la Historia del Colegio de San Pablo, op. cit., p. 187: “Frontera de la santa iglesia mayor y casi de su gran torre está el colegio de Santa Catalina, de clérigos theólogos y virtuosos, fundación del ilustrísimo Sr. D. Gaspar de Avalos... Es colegio de grande auctoridad y de letras, y an salido dél grandes sujetos que an ocupado grandes prevendas. Son catorce colegiales... Gozan de dos capellanías en la Real Capilla”. Cf. F. HENRÍQUEZ DE JORQUERA, Anales de Granada, p. 253.

40 Historia del Colegio de San Pablo, op. cit., p. 187.

41 Ibid., pp. 187-188.

 

 

7. COLABORACIÓN ENTRE EL OBISPADO Y LOS JESUITAS

 

    Si en las páginas anteriores ya hemos esbozado algunos detalles de la colaboración recíproca entre el arzobispo D. Pedro Guerrero y la Compañía de Jesús, queremos ahora documentarla como una de las épocas en las que esta confianza mutua pocas veces ha sido superada en años posteriores.

    Probablemente, uno de los mejores estudios sobre la vida D. Pedro Guerrero lo publicó D. Juan López Martín en 1968 y en él se estudia la vida de este dirigente de la Iglesia granadina con todo detalle, dejando así constancia de esta extraordinaria colaboración 42.

    Su deseo de evangelización era grande, sabiendo la necesidad que encontraba en Granada como población, y, siendo consciente de su obligación como pastor, ese deseo “le hará sentirse atado a sus diocesanos, tan necesitados de sus constantes cuidados, de su palabra y mirada vigilante, que no dudará decir al mismo Emperador, cuando le ordena encaminarse al Concilio: ‘… aunque no dexaré de representar juntamente questa tierra y reyno de Granada tiene más necesidad que otra ninguna destos reynos de la presencia y doctrina del Prelado’...” 43.

    Siguiendo la estructuración utilizada por Juan López Martín, en su artículo citado, se puede plantear la cuestión de la actuación pastoral de D. Pedro Guerrero, sustentada en algunos puntos entre los que se encuentran los tres siguientes: plan cuaresmal, instrucción de moriscos y atención a clero y religiosos. 

 

        7.1. Plan cuaresmal

 

    Consistía el mismo en una organización detallada y un solo programa de predicación para todos los sacerdotes, con el fin de unificar criterios y evitar contradicciones. Este plan cuaresmal no se ceñía solamente a la ciudad de Granada, “sino que transcendía a la diócesis. Se sabe que algunos predicadores por indicación o mandato de don Pedro, salían durante la cuaresma a las Alpujarras o pueblos de la vega granadina con esta misión” 44.

“El mandó juntar todos los predicadores de Granada en su casa, donde se dio orden de lo que se auía de tratar en los sermones, y el modo con que uniformiter auían de proceder; de manera que no se sentiesse dissención ni contradicción en la doctrina; y entre otras cosas que encommendó, fue que insistiessen mucho en persuadir la freqüencia de los sacramentos, oración mental y mortificación, como cosas en que tanto íua, poniendo por testigo el fruto que por experiencia se vee en los que lo hizen. Y también encargó mucho (y esto todo lo dio in scriptis) que aconsejasen que hagan confesión general, quien no la vuiesse hecho. Spérase esta quaresma mucho fruto. Sea todo para gloria de nuestro Señor” 45.

 

    7.2. Instrucción de los moriscos

 

    Si el Plan Pastoral recién citado tenía una explicación más que lógica, era la de poder aplicarlo efectivamente sobre la realización de este segundo objetivo, que consistía en instruir a los moriscos. Y si había dos puntos sobre los que el arzobispo Guerrero sabía bien que se podía trabajar con mayor dedicación, ésos eran los siguientes, en palabras de López Martín: “El Albayzín con sus ocho mil almas o más constituye preocupación especial de su espíritu misionero. Las Alpujarras, reducto solapado de creencias mahometanas, es su constante pesadilla” 46.

 

    El mismo arzobispo se lo comunica al P. General de la Compañía de Jesús, hablándole claramente de la buena labor que están haciendo “estos Padres”:

 

“En las cargas que esta dignidad tiene, una dellas y a mi juicio la mayor es el cuidado de estos christianos nueuos, de que hay muchos en todo este reyno de cathicizallos y instuillos en cosas de la feé, por estar ellos arto necesitados de esto y aun remotos y poco aficionados a nuestra fée y a sus ministros, y sino fuer por lo muchos que estos Padres de la Compañía hijos de V. P. me ayudan

en este ministerio, yo creo auría ya desfalleçido y cansádome” 47.

 

    Y, por último, otra cita que nos muestra esta estrecha colaboración:

 

“No escatima esfuerzo alguno que pueda redundar en bien de los moriscos. Sueña con establecer un centro misionero en el corazón del Albayzin, brindando a los Jesuitas una casa en aquel barrio y corriendo a sus espensas el sustento de aquellos que considera sus

mejores colaboradores. Les ofrece tener capilla para poder administrar los sacramentos. Insistirá una vez más en este intento, cuando los mudéjares le piden la ida de los padres a su barrio” 48.

 

    7.3. Atención al clero y a los religiosos

 

    Otra de las preocupaciones de D. Pedro Guerrero parece ser que se fundamentaba en su preocupación por “el cuidado por aquellos que son o han de ser los inmediatos colaboradores del pastor y por las personas dedicadas de forma especial al santuario”49

 

    Así lo demuestra su constante insistencia en la reforma de los seminarios, como bien expuso en Trento, con los Memoriales escritos por Beato Maestro Ávila.

 

    Igualmente firme fue su preocupación por las religiosas, como queda claro en la carga autógrafa que escribió al P. General de la Compañía de Jesús el 27 de Agosto de 1560, en la que dice:

 

    “Los padres de la compañía desta ciudad después que en ella están an oydo de penitencia algunas vezes a las religiosas del monasterio de la Encarnaçión que está junto a su casa y son de mi obseruancia con licencia del P. Francisco y del P. Prouincial Bustamante, y se conoçe muy claramente el fruto que en esta casa an hecho; deseo para que tan buena obra se lleue adelante y no se cayga, que V. P. nos haga merçed a las Religiosas y a mí de embiarles licençia a estos padres en escrito para que lo hagan, que çierto entiendo que se sirue dello mucho nuestro Señor y se haze gran fruto y tendrá en ellas V. P. entre perpetua capellanas, porque desean mucho se les haga esta merced conociendo su aprouechamyento después que con ellos confiesan” 50.

 

    Por último, quiero finalizar este apartado con un par de citas, la primera del P. General (P. Laínez), hablando del Sr. Arzobispo:

 

“El Sr. arçobispo nos es muy padre de veras y a las claras. Su S.ª nos çeba de su parte siempre al seruicio de nuestro Señor, en el aprouechamiento de las almas de nuestros próximos, que le pareçe a él va bien guiado por las ocupaciones dichas en que entendemos, muy comunes y usadas en toda la Compañía. Proueenos también este gran perlado de consejo y pareçer las veces que los de casa van a pedírsele, con los cuales conversa tan

familiarmente, que quiça nos pone por esto en más cuydado para no perdelle nada del respecto que se deue a semejante persona, tan preeminente en virtud, en dignidad, en letras y autoridad. Es tan humilde, que también huelga de pedir el pareçer de los de casa. Pasa su caridad a proueernos de limosna ordinaria para nuestra sustentaçión, y de algunas extraordinarias entre año...” 51.

 

    La segunda cita muestra cómo hasta a la hora de testar el arzobispo Guerrero quiso agradecer a la Compañía de Jesús su colaboración en todos los sentidos, donándole todo lo que tenía, sobre todo los libros, que en realidad era lo único que poseía, ya que todo lo demás lo había entregado a los pobres, aunque fue el Santo Padre de Roma el que eventualmente se opuso a tal propuesta:

 

“Su generosidad en dar llegó a tal extremo, que con toda verdad el P. Polanco, S. J. pudo decir al Romano Pontífice ante la negativa de conceder al arzobispo la gracia, según sus deseos, de testar a favor de la Compañía: ‘replíquele que dava tantas limosnas el arçobispo en vida, que poco ualdrían sus despojos después de muerto, y que serían algunas deudas que él no puede cobrar, aunque podría en uida hazer donación dellas’ ” 52.

 

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42 JUAN LÓPEZ MARTÍN (1968), op. cit., nota 21.

43 Ibid., p. 202.

44 Ibid, p. 209.

45 Ibid., que cita a su vez: Monumenta Historica Societatis Iesu (MHSI), Vol.

63, Litt. Quadr., V.

46 JUAN LÓPEZ MARTÍN (1968), op. cit., p. 211.

47 Ibid.

48 Ibid., p. 212.

49 Ibid, p. 218.

50 Ibid., p. 222, citando a: Arch. Cur. Gen. S. J., Epist. Episc., Ext. X, fol. 49.

51 Ibid., pp. 224-225.

52 Ibid., p. 227.

 

BIBLIOGRAFIA UTILIZADA

 

* ARCHIVO CURIA GENERALIS S.J. Epist. Episc., Ext. X, fol. 49

 

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*“CONVENTO DE LA ENCARNACIÓN” 

 

*ANTONIO DOMÍNGUEZ ORTIZ – BERNARD VICENT. Historia de los moriscos: vida y tragedia de una minoría. Madrid, Revista de Occidente, 1978

  

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*GALLEGO BURIN, A. - GÁMIR SANDOVAL, A. Los moriscos del

reino de Granada según el sínodo de Guadix de 1554.

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*MERCEDES GARCIA ARENAL. Los moriscos. Madrid, Editora

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*JOSÉ ANTONIO GONZÁLEZ ALCANTUD. “Los moriscos y su

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Antropología. n. 12 (2012)

 

*HISTORIA del Colegio San Pablo : Granada 1554-1765. Archivo

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Transcripción de Joaquín de Bethencourt S.I. ; revisión y notas

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1991 (Biblioteca Teológica Granadina, 25)

 

*MIGUEL ÁNGEL LADERO QUESADA. Los mudéjares de Castilla en

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- 1968) “Don Pedro Guerrero, obispo de la Contrarreforma”.

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*MARTÍN DE LA HOZ, JOSÉ CARLOS. El Islam y España. Rialp.

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*FRANCISCO JAVIER MARTÍNEZ MEDINA - MARTÍN BIERSACK. FrayHernando de Talavera, primer arzobispo de Granada: hombre de

Iglesia, Estado y Letras. Prólogo, Miguel Ángel Ladero Quesada.

Granada, Universidad de Granada, Facultad de Teología, 2011.

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*MEDINA, F. B. “Morisco, apostolado” en O'NEILL – DOMÍNGUEZ.

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*PEDRO DE MEDINA. Libro de las grandezas y cosas memorables

de España. Sevilla, 1544. Reedición en Madrid, Consejo Superior

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Edición y prólogo de Ángel González Palencia

MEMORIAL de la vida de Fray Francisco Jiménez de Cisneros, ed.

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*MONUMENTA HISTORICA SOCIETATIS IESU. (MHSI), vol. 63, Litt. Quadr., V

 

*JUAN SEVILLA. Historia del Colegio de Granada, AHTol, cap. 6-

12. fol. 6r, 13r y 14

 

*WENCESLAO SOTO ARTUÑEDO. “Jesuitas, moriscos y musulmanes: algunos datos de Granada y Málaga”. Encuentro Islamocristiano,nº 422, Madrid, 2007

 

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