Puede ser que los más jóvenes, piensen que los seres de los que hablamos sean cuestión de las grandes productoras cinematógraficas de dibujos animados, o películas más o menos fantasiosas, que a través de ellas, puede parecer que son los inventores de los seres en cuestión, pero no es así. Como veremos la historia ya se encargó de ellos en detalle.
Estas breves anotaciones comienzan en el siglo XV, y sobre todo analizando la cuestión en España, se evita lo anterior a esta época aunque constan más que suficientes referencias a la cuestión desde los escritos mitológicos de la antigua Grecia.
Los duendes, (a veces el pueblo suele hablar de trasgos), ocupan un lugar importante en la folklore mítico de los pueblos, y ya en el siglo XV, Sebastian de Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana o española, publicado en Madrid en 1611, dice:
"Es algún espíritu de los que cayeron con Lucifer, de los quales unos baxaron al profundo, otros quedaron en la región del ayre y algunos en la superficie de la tierra, según comunmente se tiene”
“Estos suelen dentro de las casa, y en las montañas, y en las cuevas espantar con algunas aparencias, tomando cuerpos fantasticos, y por esta razón se dixeron trasgos."
Para definir la idea de trasgo o duende recurro al Corripio que en su Diccionario de ideas afines publicado en Barcelona, Herder en su 4ª ed. de 1994 y dentro de la palabra fantasma incluye: entre otras las siguientes definiciones: duende, genio, gnomo, dijinn, elfo, enano, geniecillo, duendecillo, trasgo, espantajo, fantasmón...
El padre jesuita Martin del-Río en su obra Disqvisitionvm magicarun libri sex, publicado en Venecia en 1616, asegura también citando a Covarrubias, y a otros jurisconsultos :
"consideraban a los duendes como demonios, aunque de poca categoría"[1]
La Espasa, conocida de todos dice así:
“Se les considera como seres intermedios entre los espíritus y los hombres, y con poderes sobrenaturales como los que se atribuyen á los hechiceros y á las brujas”.[2]
Por último y utilizando las palabras de Julio Caro Baroja en la obra citada, y ésta a su vez, aludiendo Iuris Spiritualis practicabilium, libri XV, publicado en Córdoba en 1635 nos dice:
[1] CARO BAROJA, op. cit. p. 147
[2] ENCICLOPEDIA UNIVERSAL ILUSTRADA EUROPEO-AMERICANA.Barcelona. Hijos de J. Espasa, Editores. (S.a.). Tomo XVIII, Segunda parte.
4. PROPIEDADES DE LOS DUENDES.
Como primera propiedad, y otorgándoles su dominio sobre las personas, se dice que: -Se dejan ver de quien quieren y quando quieren.
Pero además tienen otras propiedades.:
-Tienen figura humana, y de acuerdo con la opinión más vulgar, aparecen con hábitos de religiosos.
-Hablan.
-Parece ser que no comen, sino que se alimentan de vapores, pero en cambio, si se creía que dormían, puesto que, según el común sentir, se les oía de noche y no de día, "con que deben dormir de día, y velar de noche, quizás, porque con la remisa luz de la noche ven (o ven mejor)..." [1]
-"...se alegran con los niños y no con los grandes, pues aunque estos los han visto algunas vezes, no llos han visto con aquel semblante regocijado, y alegre, con que los suelen ver los niños, según ellos lo refieren"[2]
-“Si se les hace algún daño son vengativos y crueles y golpean, hacen tropezar y caer al que los ha molestado ó les producen graves enfermedades o la muerte. Roban el ganado, dejando en su lugar otro ilusorio y en ocasiones hacen caminar á los mortales durante la noche, recorriendo largas distancias y hasta siviéndoles de cabalgadura, cuando no los atormentas de diversos modos.”[3]
Como se puede ver en esta breve síntesis, se podría hacer un libro sobre cualquiera de los cuatro apartados, que en ella expongo, pero sería demasiado extenso y hasta puede ser que aburrido.
En los siglos siguientes (del inicio que yo cito del siglo XV), hasta el siglo XIX se escribió en muchas obras literarias sobre los duendes. Desde Lope de Vega, Tirso, Calderón, y otros muchos autores de orden menor, hablaron de ellos.
Como colofón os dejo unos versos de la obra Las travesuras de don Luis Coello, atribuidas a Marcelo Antonio de Ayala y Guzmán, creo que de 1765.
Había un duende en una casa;
y una y otra travesura
no pudiéndole sufrir,
el vecino, con cordura,
trató de murdarse; y cuando
los trastos los arrebuja,
los suyos juntando el duende
fuéronse a mudar; / y en suma,
viéndolo el vecino, dijo:
¿Dónde vas? -¿En esto hay duda?
Respondió el duende. Me mudo
con él, si no se disgusta.
-Pues si conmigo has de irte,
dijo el vecino con mucha
paciencia, quédomo en casa,
si adonde me voy me buscas.
[1] CARO BAROJA, Julio. op. cit. p. 152
[2] CARO BAROJA, Julio. op. cit. p. 152
[3] ENCICLOPEDIA UNIVERSAL ILUTRADA, ob. cit. Tomo XVIII, segunda parte. p. 2373
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